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EL AÑO DEL CUATRERO

Por Cuauhtémoc Miranda

REPENSAR A NUESTROS HÉROES ES obligado y más ahora donde los tiempos modernos requieren líderes de una sola pieza, con los principios éticos y morales necesarios para dicho liderazgo. No se trata de tener ocurrencias para subir en pedestales a personajes muy alejados de ser verdaderos íconos históricos.

El 8 de diciembre de 2022 nuevamente nuestros ilustres diputados dejaron muestra de su poco conocimiento de la historia. En un intento por enaltecer a pseudo líderes identitarios en México, votaron a favor de marcar este pasado 2023, como “el año de Pancho Villa”. Con 452 votos a favor, 14 en contra y 14 abstenciones, la Cámara de Diputados le dio el sí a la iniciativa de enaltecer el 2023 “el año del cuatrero». Quizá son pocos los verdaderos héroes existentes en nuestro país, de ahí la trascendencia de tomar su ejemplo para destacarlo, pero de eso a ser un  hombre recto, justo y cabal, para tomarse en cuenta, creemos está muy alejado de ello. Aquí otros datos en torno a este personaje.

Francisco Villa fue el apelativo de José Doroteo Arango Arámbula, quien nació en San Juan del Río, Durango el 15 de junio de 1878 y  murió el 20 de julio de 1923 en Hidalgo del Parral, Chihuahua. Cuenta la historia que Laureano López Negrete, hijo del hacendado donde trabajaba el todavía Doroteo Arango, violó o intentó violar a  hermana de este, quien es respuesta le disparó con un revolver, lo que provocó su fuga para evitar ser pasado por las armas como castigo. En seguida se refugió en la sierra donde difícilmente lo encontrarían y es a partir de ahí que nació el mito del “héroe” Francisco Villa.

Con el paso del tiempo, y en un intento por sobrevivir, se unió a un grupo de maleantes con quienes aprendió el manejo de la armas, pero sobre todo, andar a salto de mata, robando y tomando la justicia por su propia mano.

El personaje de Pancho Villa irrumpe así en el escenario social convirtiéndose en una especie de Robin Hood mexicano que despoja del dinero a los ricos para dárselo a los pobres. El problema radicó en cómo les quitaba esas pertenencias a los poderosos y cómo trataba a los que no lo apoyaban en su movimiento revolucionario.

La historia lo ubica como el personaje que ayudó a derrocar al régimen de Victoriano Huerta, siendo fiel a Francisco I. Madero y a su mentor Abraham González. Se convirtió en el comandante de la llamada División del Norte, dominando esa zona de México, en donde solamente él era el mandamás, muy conocido también por sus formas de someter a sus víctimas, que no eran las más dulces precisamente. Gracias a los medios extranjeros se hizo famoso en diarios y revistas e incluso la productora cinematográfica Mutual firmó con el caudillo un contrato de 25,000 dólares para filmar sus batallas en el momento de la rendición de sus enemigos, al grado de grabar las incursiones a plena luz del día, muy contrario a su costumbre de hacerlo por las noches. Los productores dramatizaban la vida del general con actores en la pantalla, para mostrar al mundo lo hecho por el legendario revolucionario. Los periodistas Martín Luis Guzmán y John Reed, llenaron páginas de diarios nacionales y extranjeros relatando las hazañas del caudillo.

Después de varios años de participación activa en el movimiento revolucionario, llegó a ser gobernador provisional de Chihuahua entre 1913 y 1914, en tan corto periodo implementó cambios de gran valía, tales como la ley seca para sus tropas, emitió una serie de decretos sobre los precios de la carne, el pan y la leche, al disminuirlos a más de la mitad con la finalidad de ser accesibles para las personas. Instauró luz eléctrica y el famoso telégrafo, el cual permitía la comunicación directa con el resto del país. Pero no todo fue miel sobre hojuelas, ya que en ese mismo periodo ordenó la expulsión de las personas de origen español por supuestamente haber apoyado el régimen de Victoriano Huerta, apropiándose de todos los bienes, desde luego para “administrarlos”.

En otro episodio por demás deleznable en la trayectoria “revolucionaria”, el apodado Pancho Villa, ordenó 102 feminicidios. Tan solo en la población de San Pedro de la Cueva, el 2 de diciembre de 1915, acabó con la vida de 83 pobladores, hombres, mujeres y niños. La intención expresada de dicha matanza era la de pasar por las armas a todos los varones adultos del pueblo. Un hecho particularmente doloroso consumado por el propio Villa, fue el asesinato del sacerdote de esta población, cuando este trató de detener la masacre.

Otro momento lleno de orgullo mal interpretado fue la invasión realizada a territorio norteamericano. La madrugada del 9 de marzo de 1816, Francisco Villa organizó un ataque al poblado de Columbus, Nuevo México, donde abatió a la guarnición militar establecida. A consecuencia de esto el Gobierno nosteamericano intervino nuestro territorio con el fin de capturarlo vivo o muerto; a esta intervención se le conoce como La Expedición Punitiva, culminando sin lograr la captura del caudillo. Se presume que fue la única invasión sufrida en territorio estadounidense en su historia, aunque también se argumenta que VIlla no participó, sí fue él quien la ordenó, pequeño detalle.

Se dice que entre la realidad y la ficción tuvo 23 esposas, todo un mujeriego, no obstante, dicen sus biógrafos: Nunca abusó de ellas y cada una estuvo con él, por deseo propio.

Ese es el tamaño de héroe valorado por nuestros “ilustres” diputados, enalteciendo al personaje a propósito de su aniversario luctuoso. Un cuatrero en toda la extensión de la palabra, un ladrón, un matón disfrazado al que le gustaba la malteada de chocolate. Es buen momento de repensar si la ideas de equidad y justicia por la que supuestamente luchó hace 100 años ya están presentes en la vida de México; todo parece indicar que aún no. Así es como marcamos a nuestros íconos históricos.

Texto publicado en la revista Signum, Comunicación, Política & Cultura. Nº 110.

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